La mirada secreta by Erin Hunter

La mirada secreta by Erin Hunter

autor:Erin Hunter [Hunter, Erin]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Juvenil
editor: ePubLibre
publicado: 2006-12-31T16:00:00+00:00


14

—¡Que todos los gatos lo bastante mayores para cazar sus propias presas se reúnan bajo la Cornisa Alta!

Leonino levantó la cabeza de golpe. La llamada de Estrella de Fuego lo había despertado en su cálido lecho. Estaba amaneciendo y notó que Bayino se movía a su lado. Glayino ya estaba estirándose, curvando tanto la cola que la punta le rozó la columna vertebral.

—¿Qué quiere Estrella de Fuego tan temprano? —dijo, y bostezó.

—¡Reunión de clan! —Leonino se puso en pie de un salto y corrió para adelantarse a sus compañeros y ser el primero en salir de la guarida.

—Deja de empujar —se quejó Bayino.

—El cazador más rápido atrapa más ratones —replicó el aprendiz alegremente.

El aire del exterior lo golpeó como la rama de un abedul. Los arbustos que bordeaban el campamento relucían por la escarcha, y le dolieron las almohadillas sobre el suelo helado. Con el aliento formando una nube de vaho delante de él, se encaminó al claro, donde ya habían empezado a reunirse los gatos, muy apretados para calentarse.

Estrella de Fuego estaba en la Cornisa Alta, flanqueado por Zarzoso y Látigo Gris. El pelaje que cubría los tensos músculos del lugarteniente brillaba. El pelo de Látigo Gris estaba bien acicalado —ya habían desaparecido los nudos y los enredos—, pero seguía apagado, y todavía se le marcaban las costillas.

—Habrá decidido quién debe ser el lugarteniente —maulló Carrasquera, que había salido a toda prisa de la guarida de la curandera para sentarse bien cerca de Leonino, ya que tiritaba de frío.

Glayino se colocó al lado de Carrasquera.

—Látigo Gris y Zarzoso están en la Cornisa Alta con Estrella de Fuego —le explicó ella.

—Ya lo sé —contestó él, adormilado.

Leonino se preguntó por qué parecía tan agotado si llevaba días sin salir del campamento.

El pelaje de Estrella de Fuego resplandecía como las llamas a la fría luz del alba. Mili estaba al lado de Fronda, con los ojos dilatados por la curiosidad. Acedera, Candeal y Nimbo Blanco se encontraban delante de ellas; Fronde Dorado y Espinardo, detrás. La minina gris ya no parecía intimidada por los guerreros que la rodeaban y miraba con tranquilidad a Estrella de Fuego.

—Sé que todos os habéis preguntado qué pasará ahora que nuestro anterior lugarteniente ha vuelto —empezó el líder del clan.

Látigo Gris enroscó su peluda cola alrededor de las patas delanteras. Zarzoso movió una de las orejas.

—Cuando abandonamos el bosque, pensé que jamás volvería a ver a Látigo Gris —confesó Estrella de Fuego—. Pasé muchas noches contemplando el Manto Plateado, intentando imaginármelo entre nuestros ancestros.

Leonino miró a Carrasquera y se preguntó cómo sería perderla. No le gustó la sensación que le atravesó el estómago.

—Látigo Gris era mi lugarteniente y mi amigo —continuó el líder—. Entrenamos juntos y luché a su lado. Confiaba en él más que en ningún otro gato. Tenerlo de vuelta es como haber recuperado una de mis vidas.

—¡Va a nombrarlo lugarteniente! —exclamó Carrasquera entre dientes.

—Esperad —propuso Glayino.

Leonino miró a su hermano. ¿Por qué sonaba tan seguro?

—Pero Zarzoso me ha ayudado a guiar al clan a



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